¿Qué está sucediendo con los músicos cristianos? - René X. Pereira

"Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón para el Señor, y no para los hombres… “ (Col. 3:23)

En días recientes, el pueblo cristiano ha sido estremecido por la noticia de varios cantantes cristianos que han sido arrestados por posesión de sustancias controladas. Otros casos de inmoralidad y escándalo también han trascendido a la palestra pública. La pregunta es, ¿qué es lo que está sucediendo? Me propongo dar una respuesta a este fenómeno. Pero primero quiero dejar meridianamente claro que no pretendo culpar a todos los exponentes de este género, ni generalizar. Muchos cantantes cristianos son verdaderos siervos y siervas de Dios, que utilizan su talento musical para exaltar a Dios y servirle genuinamente. Sin embargo, algo ha ocurrido en estos tiempos que presenta un serio peligro y una gran tentación a muchos talentosos músicos y cantantes cristianos. De eso estaremos hablando.

Recuerdo los cantantes cristianos de antaño. Eran en su mayoría hermanitos sencillos, miembros de sus iglesias que veían sus talentos y dones como parte del cuerpo de Cristo, sujetos a sus pastores y dispuestos a ir donde se les necesitaba, muchas veces costeando sus propios gastos. No tenían ínfulas de grandeza, y se presentaban ante el público sin mucha pompa sin necesidad de escenarios voluptuosos. En aquél tiempo algunos llegaron a grabar discos, y a trascender del ámbito de sus iglesias, pero aún así, seguían siendo las mismas personas. Tal vez sus producciones no eran tan profesionales y cuidadosamente montadas como las de ahora, pero el mensaje que comunicaban a través de sus líricas era bíblico, evangelístico, y directo. Salvo algunas excepciones, en la actualidad la llamada música cristiana que se escucha es una imitación burda de famosos cantantes mundanos y la lírica muchas veces no se sabe si va dirigida a Dios o a un amante terrenal.

Los expertos en el multimillonario negocio de la música nos informan que actualmente hay dos géneros musicales que se han convertido en los más lucrativos: en primer lugar el llamado reggetón, y le sigue de cerca nada más y nada menos, que el género de la música sacra, desplazando a otros géneros como el "merengue“ y la "salsa“. Obviamente esto obedece al hecho de que la religión cristiana en estos tiempos se ha popularizado, secularizado y convertido en un elemento más de nuestra cultura moderna. En otro tiempo los cristianos eran "raros“ en nuestra sociedad. Eran vistos como personas diferentes, cuyos estilos de vida eran radicalmente opuestos al sistema social imperante.

Pero hoy día ya no es así. El ser cristiano en la actualidad es una moda "chic“; ya no implica rechazo social, sino formar parte de una de las muchas expresiones culturales que está en boga en estos tiempos.

Recientemente escuché acerca de un cantante cristiano a quien conozco personalmente, que ahora es uno de los participantes del famoso concurso "Objetivo Fama“. Creo que esto muestra elocuentemente lo que quiero señalar en este escrito. Para muchos cantantes y músicos cristianos su objetivo es la fama. Satanás ha logrado sembrar en el corazón de muchos una codicia y avaricia hacia lograr convertirse en alguien famoso y reconocido en el mercado de la música sacra, y así gozar de la prosperidad que ostentan ya muchos exponentes de este género. Claro, muchos no estarán dispuestos a admitirlo. Al contrario, dirán con todas sus fuerzas que su objetivo es espiritual. Y eso no debe extrañarnos porque a Satanás le encanta dorar la píldora para que parezca dulce, pero en el fondo es lo mismo. Pero Dios no puede ser burlado; "por sus frutos los conoceréis“. No es difícil separar a los verdaderos siervos de los falsos. Los verdaderos siervos son mansos, humildes, no buscan su propia gloria, son servidores y no andan en pos de las recompensas terrenales. En el ámbito de la música cristiana, usted puede reconocer a los verdaderos siervos porque no requieren de manejadores profesionales. No necesitan ser escoltados, ni anunciados con bombos y platillos. No exigen cuantiosas ofrendas como condición para "ministrar“, ni tampoco requieren de iglesias grandes para aceptar ir a cantar porque en el fondo desean vender muchos discos compactos.

Tampoco necesitan presentarse en programas mundanos y chabacanos para ganar reconocimiento, porque saben que si algo necesitan en su ministerio, el Señor se los dará.

Ahora, muchos de estos hoy famosos y cotizados "artistas sacros“ una vez fueron músicos y cantantes en sus iglesias. Dios les dio talento para ministrarle a él. Pero como suele suceder, y es algo que está en el corazón del hombre, su talento y capacidad se convirtió en el foco y en la meta fundamental. Ya era poco estar en sus iglesias y cantar en los cultos. Era un desperdicio de talento solamente ser escuchados por sus hermanos en la fe y los que acudían al servicio. Pero había que buscar una excusa que sonara espiritual; y la excusa apareció rápidamente: "Hay que llevar el mensaje a las masas, no podemos quedarnos encerrados en las cuatro paredes“. "Si diversifico y amplío mi ministerio, podré impactar a más personas“. Y posiblemente algunos pensaron de esta manera con sinceridad. Tal vez los mismos pastores fueron partícipes de este engaño.

Tener como miembros de nuestras iglesias a músicos y cantantes reconocidos es motivo de orgullo y vanidad. Hace lucir muy bien y proyectar a la iglesia hacia el "mercado“; y también mordieron el anzuelo. Hoy día muchos de ellos ni siquiera se congregan en sus iglesias. No tienen tiempo ni "necesidad“ de sentarse en la escuela bíblica, ni de ser supervisados por sus pastores, porque "ahora están en otro nivel“. Ah, pero eso comenzó desde mucho antes cuando comenzaron a verse por encima de sus demás hermanos. Sin ellos no se podía adorar a Dios, no había unción ni gozo en el culto. Y claro está, tampoco podían hacer otra cosa que no fuera ir a tocar o a cantar. No podían servir en otras tareas "menos dignas“ de la iglesia porque ellos eran de la élite.

El envanecimiento es uno de los grandes peligros de los ministerios de exposición; aquellos que tienden a ser objeto de admiración y reconocimiento público. Se requiere de mucha madurez espiritual y mucha supervisión pastoral para evitar deslizarse por ese derrotero. No todo el mundo tiene talento musical. Saber tocar un instrumento bien ejecutado y tener una voz privilegiada convierte a la persona en alguien que se distingue; que no es del "montón“. Y ahí está el peligro. El apóstol Pablo declara:"Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?“ (1 Co. 4:7). El texto no puede ser más claro. Todo lo que tenemos no es por nosotros mismos. Aún nuestros talentos y habilidades provienen de Dios y, óigalo bien, le pertenecen a Él. No tenemos el más mínimo derecho de utilizar nuestros talentos (que son de Dios) ni nuestros dones como si fuéramos dueños de ellos. No estamos autorizados a explotar ni obtener ventaja personal de lo que es exclusivamente de Dios, y administramos para él solamente. El hacerlo es usurpar la gloria de Dios y cometer el mismo pecado que Lucifer cometió.

Hay una teología que dice que el primer músico fue Satanás, cuando era un querubín de adoración en el cielo. No sé si tenga mucha base escritural, pero tiene sentido. Si el profeta Ezequiel estaba hablando de Lucifer en su profecía contra el rey de Tiro, este pasaje es muy revelador: "…los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación“ (Ez. 28:13). Pudiera ser que Dios creó instrumentos musicales para que este ser angelical los utilizara cuando fuera creado. De ahí que Satanás sepa muy bien utilizar la música como uno de sus instrumentos favoritos para esparcir su semilla de maldición y perdición.

Hace un tiempo atrás un músico a quien conozco me declaró: "es que nosotros somos profesionales“; dando a entender con ello que no estaba dispuesto a estar bajo algún líder a quien considerara menos talentoso o menos virtuoso que él. Cabe señalar que este hermano ya ni se congrega, ni le sirve al Señor como antes. Su "profesionalismo“ fue su propio desliz. Cayó en la trampa del envanecimiento, como otros han caído. Dios no necesita profesionales. Está buscando verdaderos siervos; cuyo objetivo no sea la fama, sino que Cristo crezca y que ellos mengüen. Ese es el carácter que Dios busca en sus siervos. Pero lamentablemente eso es lo que menos están dispuestos a hacer aquellos cuya agenda es su propia exaltación. Con su lengua declaran que al alcanzar su fama, se abren puertas para proclamar el Evangelio. Pero en sus corazones no hay tal preocupación ni carga por los perdidos. Es una simple excusa para justificar su sed de fama y gloria personal.

Satanás es astuto y sutil y sabe cómo presentarnos la tentación de una manera que luzca atractiva y hasta religiosamente aceptable. Pareciera que cualquier cosa que deseemos hacer se justifica una vez decimos que Dios está en el asunto, como si Dios no conociera nuestras verdaderas intenciones. Podemos engañar a las personas, a los pastores y a los hermanitos, pero a Dios no. A la larga las verdaderas intenciones del corazón quedarán expuestas, pues todo lo que el hombre sembrare eso también segará.

Para concluir quiero hacer un llamado a los líderes a que cuiden a sus músicos y cantantes en sus ministerios musicales. Instrúyanlos, discipúlenlos, y háblenles acerca de este peligro y cómo evitarlo. Haga talleres con ellos y que entiendan lo que implica este llamado de parte de Dios. Bendiciones.

Fuente: www.dcristo.net

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